No es un plato de alta cocina, tampoco una receta tradicional con siglos de historia… pero si hablamos de antojos peruanos, el mostrito ya es un clásico. Esa combinación perfecta de pollo a la brasa, arroz chaufa y papas fritas se ganó su lugar en el corazón —y el estómago— de miles de peruanos.
¿Pero alguna vez te has preguntado de dónde salió este combo?
El mostrito no nació en la cocina de un chef famoso, sino en las mesas de las pollerías limeñas. Por ahí a mediados de los 2000, los clientes —porque si algo nos caracteriza es la creatividad para pedir comida— empezaron a pedir un “cuarto de pollo… pero también chaufa… y, ya que estamos, unas papitas”. Los mozos, entre la sorpresa y la broma, empezaron a llamarle el mostrito: porque era una mezcla “monstruosa” de todo lo que te provoca.
La idea se regó como pólvora. Algunas pollerías comenzaron a ofrecerlo de manera oficial, e incluso las cadenas más conocidas de pollo a la brasa lo sumaron a su menú. ¿La razón? Nadie quería quedarse fuera del boom de este plato que no sigue reglas… pero sí garantiza harto sabor.
¿Por qué funciona tan bien?
-
El pollo a la brasa: uno de los íconos de la gastronomía peruana, jugoso y con ese sabor inconfundible.
-
El arroz chaufa: legado de la cocina chifa, cargado de sillao, huevo y cebollita china.
-
Las papas fritas: doradas, crocantes y perfectas para acompañar.
El mostrito es más que un plato: es un reflejo del espíritu peruano. De cómo combinamos sabores sin miedo y de cómo hacemos de cualquier mezcla… algo monstruosamente rico.
¿Y tú? ¿Eres del team mostrito con ají o sin ají?