Cuando El Conjuro debutó en 2013, James Wan revitalizó el cine de terror con una propuesta elegante: atmósfera, tensión y personajes memorables. Hoy, más de una década después, llega “El Conjuro 4: Últimos ritos”, dirigida por Michael Chaves, para cerrar el ciclo de los Warren, la pareja de investigadores paranormales más famosa del cine.
La pregunta inevitable es: ¿está a la altura de la saga? La respuesta es matizada. Aunque no alcanza la frescura de la primera entrega, logra un cierre cargado de nostalgia, simbolismo familiar y guiños al universo de El Conjuro que los fanáticos sabrán apreciar.

La trama: un espejo maldito y un legado familiar
La película arranca con un caso no resuelto del pasado: un espejo maldito que persigue a los Warren desde sus inicios. Años después, el objeto reaparece en Filadelfia y amenaza a una familia entera, introduciendo a la ahora adulta Judy (Mia Tomlinson), hija de Ed y Lorraine, quien descubre que comparte el don de su madre para percibir lo paranormal.
Más que una cacería de fantasmas, Últimos ritos se centra en el legado familiar: cómo la hija de los Warren carga con las visiones justo cuando se prepara para casarse. Esta dinámica aporta un tono más íntimo, aunque a veces sacrifica la intensidad del terror en favor de momentos emotivos y conversaciones morales.
Lo mejor: nostalgia y personajes que trascienden
El regreso de Patrick Wilson y Vera Farmiga: su química sigue siendo el corazón de la franquicia. Aunque los sustos no sean tan efectivos, su interpretación dota de humanidad a la historia.
El factor retro: juguetes antiguos, moda setentera y la estética visual que caracteriza a la saga mantienen vivo el encanto.
Guiños a las anteriores entregas: cameos y detalles que harán sonreír a quienes han seguido la saga completa.

Lo que no termina de cuajar
La crítica más recurrente es que los sustos se sienten predecibles y las criaturas resultan más caricaturescas que aterradoras. En lugar de juegos de luces y sombras, que hicieron tan especial a la primera película, predominan efectos llamativos que diluyen la tensión.
Aun así, Últimos ritos tiene un valor: es un recordatorio de cómo El Conjuro logró construir el universo de terror más taquillero del mundo, con spin-offs como Annabelle o La Monja, que expandieron la fórmula a nuevas generaciones.
Crítica
Aunque El Conjuro 4 no sea la mejor de la saga, funciona como despedida nostálgica. Es un filme que, más allá de los sustos, celebra el vínculo de los Warren y deja claro que la franquicia ya forma parte de la cultura pop del terror.
Si lo ves desde esta perspectiva, la experiencia vale la pena: es como asistir a la última función de un espectáculo que marcó época. Quizá no impresione tanto como antes, pero sí despierta cariño y gratitud por un universo que nos acompañó durante más de diez años.
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Conclusión
El Conjuro 4: Últimos ritos es un cierre imperfecto, pero emotivo. Una mezcla de terror ligero y drama familiar que tal vez no aterre tanto, pero que sí despide con cariño a los Warren y deja a los fans con la satisfacción de haber acompañado esta historia hasta el final.
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