Desde Lima hasta el Auditorio Nacional de México, Alejandro Aramburú ha trazado un camino que ya inspira. Con 21 años, es el único representante peruano en “Santos Bravos” y uno de los finalistas más consistentes del programa. Su voz potente, su sensibilidad artística y su capacidad de liderazgo lo han convertido en una figura clave dentro del grupo.
Alejandro no solo canta: interpreta. No solo baila: transmite. Y no solo compite: construye comunidad. En cada reto, ha demostrado que el arte no se trata de brillar solo, sino de elevar a los demás.

El nacimiento de la nueva boyband latina de HYBE
“Santos Bravos” no es un simple reality. Es el proceso de creación de la primera boyband latina de HYBE, la compañía surcoreana que revolucionó el pop global con BTS, SEVENTEEN y TXT. Esta vez, el foco está en América Latina: una región vibrante, diversa y con un potencial artístico que el mundo apenas comienza a descubrir.
Durante seis meses, jóvenes de distintos países han vivido un internado artístico en México, enfrentando retos semanales de canto, baile, composición y performance. Pero más allá de la competencia, “Santos Bravos” es una escuela de identidad: un espacio donde se forja no sólo el talento, sino la visión de lo que significa ser artista latino en el siglo XXI.

La gran noche: 21 de octubre en el Auditorio Nacional
La final de “Santos Bravos” se celebrará en uno de los escenarios más emblemáticos de América Latina: el Auditorio Nacional de Ciudad de México. Más de 10 mil personas asistirán en vivo, mientras millones lo seguirán por streaming en YouTube. Allí se definirá quiénes integrarán oficialmente la nueva boyband de HYBE Latin America.
Alejandro llega a esta última etapa con el respaldo de una comunidad que ha crecido con él, que ha vibrado con cada presentación y que ve en su historia un reflejo de sus propios sueños.

Más que un artista, un símbolo de perseverancia
Alejandro Aramburú no es sólo un finalista. Es un símbolo de lo que ocurre cuando el talento se encuentra con la oportunidad, cuando la disciplina se cruza con la emoción, y cuando un joven peruano se atreve a soñar en grande.
Su paso por “Santos Bravos” ya es parte de una narrativa más amplia: la de una generación que no espera permiso para brillar, que se forma, se arriesga y se lanza al mundo con el corazón en la voz.
