Hace 20 años el aún cuarteto chileno lanzaba un disco auto titulado cuya portada de color rojo vivo escondía un puñado de temas cuya tensión e intensidad casi termina por acabar con su carrera. Finalmente, la consecuencia fue el alejamiento definitivo de la banda de Marcelo Muñoz (bajo) y Gabriel Vigliensoni (teclados). Claudio Valenzuela y Francisco González prosiguieron con el grupo como un trío, pero el disco rojo, como se le conoce hasta ahora, fue un parte aguas no solo para ellos sino incluso para sus fans: algunos lo consideran su verdadera obra maestra, mientras que otros simplemente nunca se “engancharon”.
Aprovechando la visita de Valenzuela a Lima y Arequipa para celebrar el 20 aniversario de su lanzamiento, conversamos brevemente con el cantante y guitarrista sobre lo que significó este álbum en la trayectoria de Lucybell.
¿Qué los motivó a la banda a realizar un disco como este?
CV: Tiene más que ver con el proceso de la banda, era sumamente natural. Veníamos de hacer ‘Peces’ con el que nos demoramos cuatro años presentando, tocando y armando canciones, lo mismo con ‘Viajar’, que fue un disco bastante rápido y fluido. Con el disco rojo había ganas de hacer algo diferente y eso corresponde al trabajo que necesitábamos hacer para aquello: Encerrarnos durante tres meses en un galpón y armar un estudio ahí, partir de cero sin tener ninguna idea previa, tenía un poco ese concepto. También esa tensión a través del tiempo, que se dio… Es un proceso bastante diferente… No sé si lo volvería a hacer, pero creo que la forma por la cual se hizo es la razón por la que existe el disco rojo, es una consecuencia total.
De ‘Peces’ a ‘Viajar’ se percibe un crecimiento musical, y al rojo se le considera el disco de la madurez. ¿Lo consideras así?
CV: Fue una evolución natural dentro de su tiempo. Lucybell era una banda que en cada disco ha ido mutando, cambiando, y buscando nuevos sonidos y nuevas formas para decir lo que tenemos que decir. Ha sido lo mismo hasta nuestro último disco, ‘Magnético’, del año pasado. Creo que siempre estamos en constante investigación. Obviamente, era un tercer disco complicado de hacer. Teníamos muy pocas canciones, por la forma en que fue planteado de hacer, con jams, con programaciones… de ahí vienen la experimentación que se hizo con el disco rojo. Pero siempre hubo un proceso de madurez constante. La música va a ir cambiando siempre, la madurez… no sé si hay un punto donde termine todo, o donde comience todo, sino donde todo va en constante movimiento, siempre hay cambios.
El disco salió a fines del 98, que para el mercado es una fecha extraña ya que nadie está esperando nuevos lanzamientos. ¿Tal vez salió ahí un poco como sacarse la presión del disco?
No, todo respondía a una planeación. Teníamos tres meses para estar ahí, había un estudio tomado y había un tiempo para dejarlo, en realidad estaba dentro de un tiempo. En ese tiempo estábamos con EMI, y había plazos, y correspondía más que nada a la estrategia de nuestra disquera, nada más.
Vas a presentar este disco en formato de trío y con músicos que no estuvieron en esa grabación, aunque esta ya es una banda con la cual ya has sacado bastantes discos y has salido de gira. ¿Cómo se aproximaron ellos a estas canciones?
La formación con Cote (Fonseca, batería) y Eduardo (Caces, bajo) es la que tiene más tiempo que con el Lucybell original, y como trío ya hemos revisado ‘Peces’ y ya hemos tocado ‘Viajar’ en la celebración de esos discos, y ahora tocaba con el rojo. Es súper interesante cómo las canciones se pueden ir manteniendo, pero al tener a otro músico le pueden agregar otro tono, otra fuerza, otra energía, otro sabor diferente. Eso es súper bueno y es lo interesante de la música: es la misma canción, pero se puede interpretar con una energía diferente. Siempre te da un plus eso, de todas maneras.
“Caballos de histeria” era una canción que no salió de esta sesión, y fue rescatada para esta producción, aunque de alguna forma se siente muy hermana de todas las otras composiciones. ¿Cómo decidieron integrarlas a su repertorio?
Ah, también fue algo súper natural, estas eran de las primeras canciones que tocábamos con Lucybell, “Caballos de histeria” y “Solo soy un adicto”. Habíamos trabajado mucho, pero había pasado tres meses y teníamos pocos temas. Decidimos grabar estas canciones para añadirlas a la lista, porque sabíamos que tenían mucho que ver con la propuesta, las canciones cumplían con los requisitos que queríamos para el disco. Tenían un sonido que perseguíamos, y quizás fue más una buena coincidencia.
Finalmente, a ti como artista, ¿qué es lo que te hace regresar a este disco 20 años después?
Oh, es recordar y regresar a un buen tiempo, a la época en que fue hecho y lo hiciste bien. Te das cuenta que en dos décadas han pasado muchas cosas: cuando recuerdas las canciones, como te había dicho, te das cuenta que muchas de ellas son atemporales, que las canciones se mantienen en la gente y eso te hace sentir bien ahora.
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