El 25 de septiembre de 2025, Milo J estrenó La vida era más corta, un álbum que mezcla folklore argentino con sonidos urbanos y una sensibilidad emocional que lo confirma como una de las voces más interesantes de su generación. En 48 minutos, Milo construye un universo íntimo donde la memoria, la pérdida y la identidad se entrelazan con honestidad.
Este proyecto muestra una faceta más profunda del artista, explorando temas como la muerte, el paso del tiempo y la nostalgia desde una mirada vulnerable. Cada canción se siente como una conversación abierta, cruda y cercana, envuelta en una estética sonora que conecta tradición y modernidad.
Un disco que mezcla raíces, identidad y vulnerabilidad
A diferencia de sus discos anteriores, aquí Milo abraza sin miedo el costado más folklórico de su identidad. La vida era más corta combina charango, bandoneón, percusión tradicional, grabaciones de campo y cantos ancestrales con trap, electrónica, guiños de tango y texturas digitales.
El resultado es un álbum que respira desde lo ancestral pero suena completamente actual. Las letras viajan entre la melancolía, el amor efímero y los recuerdos que duelen, mientras la producción crea un puente entre lo íntimo y lo colectivo. Es un disco que se siente hecho desde adentro hacia afuera.
El proceso creativo: de Unísono a Santiago del Estero
Gran parte del álbum tomó forma en estudios de Buenos Aires, incluyendo Unísono, el mítico espacio de Gustavo Cerati. Allí Milo trabajó en campamentos creativos, sesiones colectivas y largas jornadas de postproducción junto a Tatool, productor general y director artístico del proyecto.
Otra parte importante nació en Santiago del Estero, donde el artista buscó reconectar con la raíz folklórica desde el territorio. Este viaje marcó el sonido del disco y reforzó la idea de construir un álbum que honre las tradiciones, sin perder el lenguaje contemporáneo que caracteriza su música.
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“Niño”: uno de los momentos más emotivos del álbum
Entre los temas más destacados se encuentra “Niño”, presentado como uno de los focus tracks del proyecto. Es una canción que mira hacia atrás para enfrentar la inocencia perdida, los miedos propios de crecer y la forma en que el tiempo transforma a las personas.
Musicalmente combina guitarras acústicas con capas vocales que construyen un clima íntimo. Es de esas canciones que se sienten cercanas y sinceras, reflejando la sensibilidad que atraviesa todo el disco. Para muchos fans, es uno de los puntos más emotivos del proyecto.
Colaboraciones que conectan generaciones
Uno de los rasgos más fuertes del álbum es cómo Milo reúne artistas de distintos mundos para enriquecer cada canción. Entre ellos destacan:
Trueno, aportando energía rapera en “Gil”.
Soledad, quien suma calidez folklórica en “Lucía”.
Paula Prieto, con un enfoque vocal más experimental en “MmmM”.
Akriila, llevando “Llora llora” hacia un sonido urbano y emocional.
Cuti y Roberto Carabajal, reforzando la raíz santiagueña en “El invisible”.
Radamel, en una colaboración que sorprende por su identidad rítmica.
Silvio Rodríguez, regalando uno de los momentos más poéticos en “Luciérnagas”.
Y un sample póstumo de Mercedes Sosa, que convierte “Jangadero” en una pieza cargada de historia.
Estas colaboraciones no solo amplían el sonido del álbum, sino que conectan generaciones y tradiciones, mostrando la versatilidad de Milo y su respeto por la música latinoamericana.