Para María Pía tener tiempo libre, en los últimos años, nunca fue una opción. Acostumbrada a conducir un programa diario desde los noventa y a vivir todos los días apuntando al siguiente proyecto, vivir sin mirar la agenda parecía imposible.
Hoy reconoce que, al mejor estilo de Marie Kondo, se ha puesto a ordenar toda la casa con milimétrica atención. Ha encontrado cosas que daba por perdidas y algunas que simplemente no recordaba. Pero de todo lo que ha hallado, han sido varias cajas de fotos lo que más le ha sorprendido. Fotos de su matrimonio con Samuel, de los bautizos de sus hijos y de reuniones y viajes familiares que las tenía guardadas con la promesa de -ya las pondré en un albúm en algún momento-.
En los primeros días, María Pía confiesa que pasaba horas viendo información del Covid-19 ya sea en los medios, en redes sociales o en los chats donde le llegaban escondidas entre memes y noticias. Como nos ha pasado a todos, en estos días de encierro, también cayó en la ansiedad que genera la sobreinformación y tuvo que encontrar el punto exacto entre estar enterada y no jugarse en contra.
Así teniendo claro que nos tenemos que lavar las manos todo el tiempo, el aislamiento, los síntomas de cuidado y el discurso diario del presidente Vizcarra, María Pía ha encontrado el punto exacto entre saber y no temer. Como a todos, a ella, un estornudo propio le ha hecho cotejar la cartilla de síntomas y ha realizado también ese escaneo social de puntos de contactos probables revisando las bitácoras de viajes de sus amigos cercanos. También, ha tenido esas pesadillas de las primeras noches que generan ansiedad, por las que todos hemos pasado y provocan despertarse con una arritmia emotiva.
Hoy, pasada esta primera semana de encierro, María Pía siente que ya encontró también la dinámica idónea para los días que se vienen. No sabe cuántos días más podrían venirse, pero entiende que esta es la solución. Lo que si tiene seguro es que lo primero que hará cuando pueda pisar la calle es juntarse con su hermana y su mamá para comer un pollo a la brasa con todas las salsas.
“Estar lejos de ellas es lo más difícil de todo esto”, nos cuenta consciente que la primera mejilla que quiere sentir afuera es la de su mamá, cuando le estampe ese ansiado beso de reencuentro. A la cita es más que seguro que irá Cata, la hija de Pía, quien por estas horas viene pegando con quirúrgica atención todas las fotos pendientes en esos álbumes que de seguro mirarán las cuatro juntas cuando todo esto termine.