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Reseña | Aftersun: Un padre, una hija y un viaje en el tiempo a través de los recuerdos

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Decía Shakespeare que el pasado es tan solo un prólogo. El preámbulo de un sinfín de aventuras que, aun en el presente, suelen perderse por el simple hecho de añorar lo que fue y no volverá a ser. Por alguna razón, siempre estamos comparando lo que nos sucede con algo anterior: las vacaciones de ahora con las de hace tres años, el sabor de la comida de hoy con el sabor que tenía cuando se hizo hace un mes…y así con muchas cosas más. Es que, de alguna forma, el pasado tiene un color, un sabor y hasta un aroma distinto, a veces incluso más dulce. En “Aftersun“, lo podemos notar con mayor claridad, ya que esta película es una maravilla que sabe cómo abordar la nostalgia y la melancolía con tal maestría que, por momentos, nos hace sentir incómodos de ser parte de un momento que debería ser solo de sus protagonistas.

La mente maestra detrás de este largometraje es Charlotte Wells, una directora de cine escocesa que se encuentra radicada en Nueva York, y que hace su début fílmico con “Aftersun”. Un début que ha sorprendido a críticos y fanáticos del cine, ya que solo para los premios British Independent Film ha logrado 16 nominaciones. Asimismo, ha recibido los aplausos merecidos en festivales como Sundance y el de South By Southwest.

Gran parte de su atractivo radica en que “Aftersun” tiene esta capacidad tan única de meterse bajo la piel de quien la vea, porque su esencia es básicamente una honestidad que proviene de su propia directora y de su valentía por desnudar su propia historia para hacer arte a través de ella, y quién sabe, incluso para encontrar nuevas respuestas. A Wells —quien ha calificado a este trabajo como “emocionalmente autobiográfico”—el desarrollo de esta película le ha tomado 7 años, aunque lo más probable es que se haya estado formulando en su propia mente desde mucho antes. Pasa que representa su propia vida, su propia relación con su padre, y las esperanzas y miedos que abordaron tal relación. Es por eso que logra hablar de algo tan humano y cercano como lo es la relación entre un padre y una hija. Es por eso, también, que no podemos dejar de ver esas escenas tan íntimas y naturales entre ellos, dotadas de pinceladas de ternura, nostalgia, realidad…distintos matices que la vuelven una película preciosa. Los colores con los que Charlotte Wells ve su infancia y su pasado. 

La película, si se contara en su versión más simple, nos dejaría algo como “un padre y una hija pasan los últimos días de las vacaciones de verano, disfrutando del tiempo soleado en un resort de Turquía”. Pero va mucho más allá.

“Aftersun” sigue la historia de Calum (Paul Mescal, a quien ya vimos en “Normal People”)  y su hija de 11 años, Sophie (Frankie Corio, una de las nuevas promesas del cine). Ambos viven separados, intuímos que no se ven mucho, así que él ha decidido llevarla de vacaciones a un resort de Turquía, justo antes de que empiecen las clases en el colegio. Aunque pareciera que todo va a ser alegría y diversión, ya que hay mucha playa, refrescos, noches de karaoke y más, lo cierto es que es una historia que bordea el paso del tiempo, el autodescubrimiento de los personajes en sus propias intenciones por ocultarlo, la tristeza y el sentir que lo que tienes ahora a tu lado no va a estar junto a ti por mucho.

Charlotte Wells no profundiza en el pasado de los personajes. No. Ella no ahonda en la historia y menos a través de diálogos. Lo que ella busca es que descifres esos sinsabores con los rápidos vistazos que te pueda ofrecer la interpretación y el lenguaje audiovisual que utiliza.

Por un lado, se encuentra Calum, un hombre que está marcado por las experiencias y carencias de su vida, tanto económicas como de afecto, al mismo tiempo que parece luchar con lo que parece ser un cuadro de depresión durante una época donde no se le prestaba tanta atención a la salud mental, como lo fueron los 90’s. En una escena, por ejemplo, le comenta a su hija que su padre olvidó su cumpleaños, y es a partir de ahí que confirmamos sus ganas por no ser igual que él. Tiene un cuerpo cansado y un aspecto bastante abatido que recobra vida cuando le toca pasar el tiempo al lado de Sophie, quien es, al fin y al cabo, la única razón por la que él se mantiene con vida.

En cambio, Sophie es una niña que está experimentando su propio despertar como un ser humano que dentro de poco dejará de ser la niña de papá; le están empezando a gustar los chicos, está creciendo y está tan naturalmente absorbida por esos cambios, que es incapaz de notar los dolores que su propio padre atraviesa.

Entre ambos personajes, se ubica el amor y la búsqueda constante de una conexión que anhelan encontrar en el otro. Sobre todo la Sophie del futuro, quien está recopilando y tratando de redescubrir a su padre en una serie de grabaciones de su pasado. Grabaciones de las mismas vacaciones en Turquía. De esta manera, intenta recomponer la imagen de un padre que suponemos ya no está y que dejó de estarlo tiempo después de las vacaciones.

Sin embargo, no solo es una búsqueda para conocerlo a él, sino para autodescubrirse a través de los vacíos que no observó en su padre cuando ella era apenas una niña.

Por eso, en “Aftersun” no encontrarás un drama o un giro argumental de una película típica de taquilla. No hay secuestros, ni accidentes de por medio. Sus alteraciones y crescendos se encuentran en los estados de ánimo de los personajes, en lo que creemos que puede estar pasando por sus mentes luego de notar el nerviosismo en ellos, ciertas miradas, e incluso en sus conversaciones honestas.

“Aftersun” es la representación de una naturalidad íntima en un relación filial. Un tesoro que ha logrado capturar Well junto con Mescal y Corio. Una danza ligera, grave y particular que no se siente coreografiada en ningún momento, y que más bien se alimenta de estéticas orgánicas en la filmación, como la cámara en mano y la atmósfera casera.

El largometraje ya se ha condecorado como uno de los grandes estrenos del año, así como unas de las más grandes muestras del cine independiente. Su ritmo pausado te permite observar, procesar y pensar alrededor de lo que se está viendo en pantalla. Son planos sostenidos que te sumergen en una historia que poco a poco va abriéndose ante su espectador.

Gregory Oke, quien se ha encargado de la fotografía de la película, ha logrado capturar el color de la nostalgia, de los recuerdos y de esas fotografías noventeras que tenemos guardadas en algún álbum de fotos o en algún cajón. Adicional a eso, la música escogida sorprende por su familiaridad; una familiaridad que se siente incómoda por el simple hecho de que ver esta película se siente casi como sumergirse en otro universo. Por eso, cuando de pronto suena “La Macarena” o “Under Pressure”, canciones que casi todo el mundo conoce, y regresas a una realidad compartida, el cuerpo se siente descompensado.

Hablando únicamente de “Under Pressure”, podríamos decir que se convierte en la tercera protagonista de una de las escenas más emotivas y especiales del 2022.

Ya para finalizar, “Aftersun” es una película que te romperá el corazón. Que trata las batallas de sus dos personajes, ambos en distintos momentos de sus vidas y entre distintos dilemas, pero enmarcados en lo que pareciera ser sus últimas vacaciones juntos. Así que si te encanta el cine independiente, pausado, que destaca por su introspección, definitivamente esta es una propuesta hecha a tu medida, por no decir que es una joya de los últimos años.

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