Más vale tarde que nunca. Hunters lo sabe más que bien. Su primera temporada se estrenó en febrero del 2020, e inmediatamente se convirtió en una de las mejores series de Amazon Prime. Su argumento en una frase corta sería “judíos cazando nazis en la década de los 70’s”. Una especie de justicia satiríca que de paso servía como una demostración cruda que criticaba los problemas de toda la vida con el nacionalismo blanco en los Estados Unidos. Pasa que Hunters es una serie con una naturaleza diseñada para hacer ruido. Y su segunda temporada pretendió hacer lo mismo. ¿Lo logró?
Recapitulemos un poco con lo que pasó en la primera temporada. Jonah (Logan Lerman) vive en Brooklyn con su abuela, una sobreviviente de los campos de concentración. Una noche, un hombre se mete a la casa y la mata. Desde ese momento, Jonah se ve involucrado en una serie de aventuras junto a Meyer (Al Pacino), otro sobreviviente al holocausto que era un antiguo amor de su abuela. Es por Meyer que Jonah conoce a los cazadores, personajes bastante pintorescos que van eliminando a los antiguos nazis ahora escondidos en los Estados Unidos. Aunque no solo eso, también buscan erradicar el Cuarto Reich.
Las cosas se salen un poco de control, Jonah descubre que Meyer es su abuelo pero que en realidad no es el Meyer verdadero sino un impostor, algunos miembros mueren, otros son secuestrados, y como cereza del pastel, al final de la temporada descubrimos lo inimaginable: Hitler está vivo.
Así pues, la segunda temporada de Hunters se centra en la búsqueda de Hitler, escondido en Argentina. Poco queda de esa estética de cómic con humor negro que tanto caracterizaba a la primera temporada. Los atisbos al estilo de Quentin Tarantino se disipan al punto de notarse ligeramente imperceptibles. Aunque resurge en el episodio 7 de la serie, que parece la introducción de “Bastardos Sin Gloria”, pero con una duración de una hora y dirigido por Wes Anderson.
También hay un constante juego en el tiempo, que, si bien resuelve dudas y vacíos, parece ser una decisión (sensata) para mantener a Al Pacino en la serie. Por eso, se puede decir que esta segunda temporada hace de precuela y secuela de la primera parte que vimos en 2020. La línea temporal de Al Pacino lleva por un recorrido en el que hace todo lo necesario para evitar que revelen su verdadera identidad. Es el lobo con piel de cordero. E incluso, lo que creíamos más sagrado para él, deja de serlo.
Por otro lado, Jonah y los cazadores han estado separados, cada uno por su cuenta alrededor del mundo. El toque satírico más hilarante se da cuando Harriet replica una escena de “La Novicia Rebelde” para luego revelar que estuvo trabajando de interna con unos niños con el objetivo de estar presente cuando el padre de ellos regrese a casa. ¿El padre? Un nazi, obviamente. La dulzura de Julie Andrews quedó atrás en el momento en que Harriet apuñala al hombre sin darse cuenta de que los niños estaban viendo el espectáculo.
Los cazadores vuelven a cruzar caminos cuando les llega el rumor de que Hitler está vivo. Se reúnen junto a nuevos aliados y se preparan para una última misión. La aventura se vuelve internacional.
En el trayecto, la historia fluctúa entre nuevos paisajes y tiroteos. El drama también es una constante, después de todo, cada personaje es un mundo. A diferencia de la primera temporada, acá poco se profundiza sobre el pasado de ellos. Puede que haya sido una decisión para que la historia fluya sin distracciones. Aun así, el ritmo se socava constantemente por los flashbacks de Meyer. Y eso es antes de mencionar el episodio 7 del que hablamos líneas arribas, que decide saltar hacia atrás para mostrar un episodio artísticamente extraño y tonalmente fuera de lugar sobre una pareja alemana en 1942.
El episodio en sí es una obra maestra, pero para la historia en general, es bastante inútil. Le quita oportunidad a que se pueda ahondar más en lo que sucede con los cazadores.
Dicen que un buen final basta para que la serie se considere grandiosa. En este caso, aunque el último episodio es icónico, narrativamente sí queda un poco flojo. El juicio a Hitler se siente como un ligero alivio para quienes fueron víctimas de sus horrores. Es el ideal de una justicia que nunca llegó, pero con la que se puede soñar y, hoy en día, representar de manera audiovisual. Capaz si le daban un par de episodios más a la temporada (tiene 2 menos a comparación de la primera), se habrían resuelto mucho mejor ciertos detalles. El final se siente apresurado, lo que es frustrante teniendo en cuenta el gran potencial que tiene la serie en sí. Es como si hubiese habido un redoble de tambores constante con un crescende estrepitoso que de pronto deriva en la nada.
Esa tensión suspendida habría tenido sentido de haberse confirmado una tercera temporada. Si has visto la serie, recuerda que al último Travis, el americano wannabe nazi que mata a diestra y siniestra, logra huir, llevando consigo los planes de un Cuarto Reich. ¿Logrará convertirlo realidad? Quién sabe. Lo que sí sabemos es que en la vida real, el movimiento neonazi se llevó a cabo durante la década de los 80’s y 90’s. Si la serie hubiese seguido, de seguro Travis habría tenido un papel fundamental como líder del criminal partido neonazi.
A pesar de los detalles, Hunters es una de las mejores series de Amazon Prime. El cómo habla de grandes cosas (teorías de conspiración, la naturaleza de la justicia, la identidad y el judaísmo después del holocausto) sin ser totalmente serio al respecto es algo que hace con finura. La comedia negra y las situaciones absurdas que se presentan a lo largo de la trama hacen que sea una experiencia entretenida y relajante para el espectador.
Hunters tomó la incomodidad y las disparidades tonales de la primera temporada y las transformó en algo más desordenado pero mucho más apetecible y agradable. Algunos dirán que es excéntrica e incluso ridícula, que perdió el potencial con el que partió al inicio, o que no tiene sentido, pero la palabra que no podrán usar nunca será “aburrida”. La acción, el drama y los giros inesperados son suficientes para dejarte pegado a la tele durante ocho episodios seguidos.