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Reseña | Nito Mestre 2022: Mi Vida en Canciones

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Siempre me sorprende cómo un teatro puede verse tan pequeño y vacío hasta que apagan las luces. Como si la oscuridad, en este caso, fuese esos pocos segundos de un universo expectante por ver la vida encenderse. O cómo desde otras filas, esas que parecen lejanas en esos pisos que miramos de reojo, como pensando «¿y acaso se ve algo desde ahí?» se fusionan con tal naturalidad. Porque de pronto, cuando las luces se apagan, da igual lo lejos o cerca que podamos estar. Ahí, en medio de canciones, somos un mismo acorde resonando.

Esta introducción vino a mí mientras estaba en mi asiento del Gran Teatro Nacional, esperando a que empezara el concierto de Nito Mestre, el hombre con más de 50 años de carrera que, aún a sus 69 años, sigue viéndose —al menos, para mí—como el pibe de pelo largo de Sui Generis. Sobre todo, ese que en una foto en particular tenía un perfil icónico de una pintura renacentista, y que generaba una perfecta dualidad con la esencia rocanrolera que empezaba a emanar un joven Charly García.

Es que Nito Mestre es uno de los grandes expositores del rock argentino, uno de los pilares que, a la vez, representa ese lado B del rock n’ roll. Un lado que no necesariamente debe desbordar adrenalina y un sonido apabullante en el mejor sentido. Nito, en su propia manera envolvente, le da esa finura filosa y sarcástica al rock, en conjunto de sus letras poéticas que retratan momentos de su vida e historias que surgieron en su mente (además de algunas veces encerrar grandes críticas a la sociedad y al Gobierno, de una manera caleta).

Por eso, en su primer concierto post-Covid, llamado Mi vida en canciones, recorrió algunos de sus mejores éxitos a lo largo de sus décadas de carrera, y contó cómo nacieron, cuál era la situación que cruzaba su país en el momento y a quién está o estaba dedicada cada una de esas canciones.

Empecemos por el inicio.

Qué lindo ese momento en el que se levanta el telón y uno descubre que detrás de esa tela negra, ya había toda una escena armada, con luces y hasta posiciones establecidas. Todo perfectamente orquestado. Pues bueno, ahí, en medio del escenario, estaba Nito junto a Ernesto Salgueiro (guitarra y voz) y Fernando Pugliese (piano y voz). Los tres abrieron el show con “Fusia”, uno de sus primeros temas compuestos, perteneciente a la banda PorSuiGieco, posterior a la formación de Sui Generis. Y tan solo ese inicio fue… ¡Qué va! increíble.

Apenas terminó la canción, Nito saludó al público con ese carisma y esa humildad que lo caracteriza, para destruirnos luego con “Quizás, porque”, una de las canciones que más poder tiene para despertar ese lado nostálgico y que, para ser honestos, es básicamente del conocimiento de todos: ya sea para los fans recientes o para aquellos que lo siguen desde hace años.

Y así, de esa manera tan orgánica, fluyó todo el concierto: con canciones de toda su carrera, enlazadas con las historias que sirvieron de inspiración para ellas e incluso de anécdotas que complementaban ese momento tan único.

Por ejemplo, una de las anécdotas que contó fue que cuando llegó por primera vez al Perú. En realidad, fue para reemplazar a Fito Páez en un evento que hubo en la Universidad de Lima. Fue ahí que conoció a Miki Gonzales, quien hasta ahora es uno de sus grandes amigos. De hecho, hizo una aparición especial durante el concierto para tocar “El fantasma de Canterville”, una de las últimas joyas de la época Sui Generis.

Mi vida en canciones fue un show de poco más de dos horas, en el que no faltó la música ni ese trato único de Nito con sus espectadores, como si se tratase de una charla entre amigos.

A lo largo de la noche, también se le sumaron los músicos peruanos Eduardo Freire y Guillermo Vallejos en el bajo y la batería, respectivamente. Y tuvimos el honor de conocer a Julia Horton, una joven cantante argentina que se suma a la banda de Nito, para darle ese contraste a los temas, con su voz dulce.

El concierto acabó con un público renuente a la despedida, pero con la gran esperanza de que, en algún momento, volverá a suceder.

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